miércoles, 9 de junio de 2010

Manual de la dispersión: El homólogo del Tacto.

Fatiga de la superficie, búsqueda incansable de profundidad. Insoportable sistema de repeticiones dentro del cual todo desconcierta; a veces, cuando no hay amor ni odio. Tedio.

Nunca encuentros, las experiencias se desvanecen, trascienden nuestros límites, como si fueramos tan así… herméticos. No querer ser estar. Aves migrantes. Horizontes.

Y la lealtad siempre estéril, tan mía sin mí. Invisible. Irrelevante. Nunca estar solos. Sólo para herir. Pasar por ti, por él, por mí. Nada embona perfecto, gotea tranquilamente, violenta la posible compañía.

Y si yo no estaba, ni tú, ni ella, fluidos. Sonido diperso lanzado al abismo: Soledad. Contacto. Atesoradas simpatías efímeras que disienten, que no había. No mucho dolor: decepción. Desilusión, impaciencia de la cáustica sombra del desapego.

Por qué todo está tan saturado de finales, finales de vértigo y sensibilidad. Y el tacto no es más que un suspiro contenido, establecido en lo efímero. Abrazos que sueltan. Muchos abrazos. Sinceridades cuestionadas, inconclusas. Anhelos destrozados con complejo de superioridad, cada célula que transmite las sensaciones miente con descaro a sí misma y lo demás. In/tacto. Todo aparenta. Y luego. Desvanece.

What a wonderful world!: La travesía del ferry 2


Y partió la noche, descendimos en La Paz… Balandra. Hoy cerrada por cuestiones ecológicas, porque el ser humano también consume la belleza.

Para nombrar a una hija, o al amor de la vida, o ese instante: Balandra. Azul como algunos ojos. Líquida como mujer. Áspera como el amor. Extensa como la esperanza. Quieta como el color. Una vez más: Balandra. Pienso que la Luna de mar abierto posada sobre Balandra debió ser una muerte súbita, voluntaria, ¿qué más se hubiera mirado jamás?

Todos los poetas nacieron en Balandra, como Afrodita nació en la espuma del mar. Pude morir ahí mismo. Viví, fue más clásico. No todos los días se puede caminar sobre el agua en completa irreverencia hacia cierto pasaje bíblico, todo a través de un kilómetro de sensualidad absoluta y serena.

Posterior a la concreta prohibición de paso, restará la única ola tempestuosa de Balandra: la envidia de una vivencia.

Fotografía tomada de: http://www.amejicoconaviamex.es/aviamex_imagenes_mexico.html