Ni siquiera me atrevo a recomendarlo. Este es un libro maldito, esquivo, sensible e insolente, por momentos parece estar escrito sin un reflejo de auditorio. Su intensidad esquiva recae en una historia huérfana, sin narrador válido; sus narradores llueven desde las secciones más opuestas de la vivencia humana para crear una exasperante impotencia en el lector, quien no podrá asir el hilo central de la novela.
Sin embargo ésta es su magia, Bolaño creó con gran inteligencia la historia de una verdad absoluta, que es material porque está vivida, pero como toda verdad absoluta, es tan inefable, que se convierte en un espejismo. Esta contradicción irónica tiene cabida en un mundo donde cada personaje, -mil personajes- cuenta su perspectiva torcida sobre su generación, a manera de que no haya mentira, sólo un cúmulo de versiones posibles que no se pueden armar, porque el rompecabezas de la vida carece de contornos, pero que al conjuntarse, resumen lo que fue durante varias décadas, una realidad.
Cuando leí el final, reflexioné sobre esta sensación que me dijo, “no has entendido este libro”, no lograba responderme por qué, después de tanta atención, era incapaz de encontrar un pegamento que explicara las distorsiones de la historia. Entonces me asaltó el recuerdo de otro libro igual de enigmático: Farabeuf, de Salvador Elizondo, un libro opuesto a Los detectives salvajes en extensión, pero identificado con éste por la necesidad de narrar una verdad. Esta novela fue subtitulada por la editorial, y a pesar de Elizondo, Crónica de un instante, y aunque el autor lo sufrió, me parece un acierto para el tema que nos concierne; en ella, la obsesión por la verdad trataba de reducirse a un momento fugaz, pero definitivo, azotado por demonios sensoriales, supurante de una lava emocional, lenta y corrosiva, tan implosivo aquel instante, que era capaz de explicarlo todo. Era una fracción verdadera de la realidad.
Pues bien, Los detectives salvajes es la crónica del colectivo los "Real Viceralistas", pero no específicamente, sino como ejemplo de la coincidencia aleatoria que universalmente nos hace víctimas de la socialización. Habla de todo lo que nos pone en movimiento: la creatividad, el carácter, las condiciones impuestas. Sobre todo la inspiración, ese momento de inflexión que curva las elecciones y nos divide. Todo esto, sumado a la marea de narradores, intenta describir una fracción verdadera de la vida.
Podría decir que habla de la vida de Ulises Lima y Arturo Belano, o la búsqueda de Cesárea Tinajero, o el grupo literario de los "Real Viceralistas", que alude metafóricamente a cualquier corriente literaria surgida en el siglo XX, pero creo que estaría reduciendo un libro en extremo simbólico a su instrumento.
En lugar de esto, diré que el libro se obsesiona con la verdad, no porque crea en los absolutos o quiera ser definitivo, sino porque quiere fotografiar el fantasma del miedo. Todas sus facetas, esos motivos incomprensibles que hacen que los seres se replieguen sin razón aparente. Finalmente comprendí que es un libro sobre La Despedida; ese evento amordazado por el duelo. Interminable o fugaz, pero doloroso. Despedida no como distanciamiento mutuo, sino como un instante de comprensión individual y propia, Despedida como el instinto social de reiterar la soledad y Adiós como el ente multifacético que resume la realidad; es un libro que se opone al paradigma clásico de que la vida tiene altibajos y de la búsqueda de la felicidad, su premisa es que Se Es, a pesar de todo lo primordial.