miércoles, 9 de junio de 2010

Manual de la dispersión: El homólogo del Tacto.

Fatiga de la superficie, búsqueda incansable de profundidad. Insoportable sistema de repeticiones dentro del cual todo desconcierta; a veces, cuando no hay amor ni odio. Tedio.

Nunca encuentros, las experiencias se desvanecen, trascienden nuestros límites, como si fueramos tan así… herméticos. No querer ser estar. Aves migrantes. Horizontes.

Y la lealtad siempre estéril, tan mía sin mí. Invisible. Irrelevante. Nunca estar solos. Sólo para herir. Pasar por ti, por él, por mí. Nada embona perfecto, gotea tranquilamente, violenta la posible compañía.

Y si yo no estaba, ni tú, ni ella, fluidos. Sonido diperso lanzado al abismo: Soledad. Contacto. Atesoradas simpatías efímeras que disienten, que no había. No mucho dolor: decepción. Desilusión, impaciencia de la cáustica sombra del desapego.

Por qué todo está tan saturado de finales, finales de vértigo y sensibilidad. Y el tacto no es más que un suspiro contenido, establecido en lo efímero. Abrazos que sueltan. Muchos abrazos. Sinceridades cuestionadas, inconclusas. Anhelos destrozados con complejo de superioridad, cada célula que transmite las sensaciones miente con descaro a sí misma y lo demás. In/tacto. Todo aparenta. Y luego. Desvanece.

1 comentario:

  1. já!!! ya entré...
    Ahora bien, me gusta la desarticulación aunque en algunas partes quizá con los : se transforma en explicaciones lo cual le resta un poco. Deja que las imágenes se sostengan por si mismas, no las reiteres. Y el último párrafo contrasta muchísimo con la forma pero me gusta lo de los finales, igual si reescribes esa parte obtenga mucho punch el texto...
    ah, je, no suelo comentar en los blogs pero a ti te quiero.

    ResponderEliminar