lunes, 4 de octubre de 2010

What a wonderful world!: Despacio, al abismo.


Yo quiero saltar al abismo. Nunca estamos tan solos para morir en el intento. A veces hay golpes, fracturas, dolores. Pero la vida es intensiva. Vivo con miedo. No me detiene. Y erro y lloro. También río, soy muy libre. Me recuerdo el viento; las brisas suaves que hacen sentir los vellos, y el agua cuando pierde la tensión superficial.


Provengo de la vida, la prometo. Escucho el susurro del pasto en la ciudad y espero que los autos se detengan cuando cruzo. Todo tiene un sabor bien propio; espero con calma que la bestialidad se apodere de todo y cambiemos. Y que todo parezca inerte es hipocresía pura, que todo, todo, absolutamente todo lo sentimos.


¿Qué es este miedo a los colores, a los huracanes? Es nada. Son los fantasmas que están construidos para intimidar, para que transite el tiempo solo, a través de nosotros.


Yo no quiero retraerme. Quiero saltar al abismo; las mejores intuiciones son las que se persiguen en la oscuridad. ¿Miedo al vacío? El vacío no existe más que en el miedo. No puedo más que amar la vida, cínica y juguetona. Nos devasta, nos mastica para después evadirnos. Y nos abandona. Pero somos. Y mientras tanto.


Yo quiero saltar al abismo donde duele mucho, donde se puede sentir perpetuamente. Yo quiero sentir, admito sentir, por que todo se marcha y todo se acaba, pero también todo lo que me rodea me toca, y es mío. No me detienen el dolor, ni los desencuentros, me permito sentir la sangre porque sólo así soy libre.


Que puedo encontrar en la estática, en la precaución, cuando todo es movimiento. Si me quedo en este rincón, tal vez me muerda. Tal vez este rincón es la emboscada de la que estoy huyendo. Aquí sólo se pierde voluntad e igual se duele. Yo quiero vivir. Por eso salto al abismo.

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