viernes, 20 de noviembre de 2009

Convocando a la justicia: Anabel Ochoa 1955-2008. Aniversario Luctuoso


No he querido dejar pasar este aniversario tan importante con la esperanza de que alguien más lo recuerde tan nítidamente como yo. El pasado 19 de noviembre perdimos a Anabel Ochoa, Sexóloga: pero también amiga, escuchadora profesional, cuya actuación tanto en la vida cotidiana como en la acción profesional estuvo siempre regida por una ética impecable. Escucharla nos hacía cada día ser un poco menos hipócritas, más conscientes.

Esta noche le rindo homenaje porque, hasta donde recuerdo, es la única persona dentro de los medios de comunicación que me ha hecho reflexionar verdaderamente, así como ampliar mis parámetros de justicia. Anabel siempre estaba convencida de lo que decía, los pocos errores que tenía, los corregía humildemente; siempre pugnó porque tuviéramos una vida abierta, que no nos sometiéramos a las imposiciones sociales, y que no permitiéramos que la vida se nos dañara a causa del abuso.

Es la única locutora a la que escuché tratar a los homosexuales como verdaderos iguales, no sólo de dientes para afuera, gracias a ella sé la diferencia entre trasvesti y transgénero. Verdadera feminista, hizo trizas el ardid generalizado de que el feminismo es el equivalente del machismo. Cuantas veces corrigió a las radioescuchas que no querían llamarse feministas por pudor, o porque no querían ser radicales diciendo que todos debemos ser feministas, porque ello no conlleva un afán de sometimiento contra el otro, sino una demanda de equidad humana, lo cual es perfectamente justo.

Su buen humor, su felicidad para ver la vida como algo que hay que gastar tremendamente, al final nos hizo dudar si debíamos llorarla, o mejor reírla… debo decir, que a pesar de ello, no pude evitar compartir unas cuantas lágrimas, pensar que aún no era tiempo de que partiera. Un poco egoísta, pensé en todo lo que me faltaba por aprender. Ahora que ha pasado un año, veo que aquello no tenía fundamento; pues con ella aprendí lo más sustancial: seguirme formando diariamente, sin tregua, como un ser humano solidario, crítico y ético. Ahora sólo me queda ésta nostalgia y el cariño, porque en verdad la extraño mucho.

Un gran aplauso a una vida más corta de lo convencional, pero también más fructífera.


Fotografía tomada de www.cnnexpansion.com

lunes, 16 de noviembre de 2009

Arte... Arte. LUPITOELOGÍA: La Lupita festeja 18 años de vida.


Hay reencuentros que dan pena, una dice ¡No por favor, no más Menudo Melcocha, mis oídos sangran, me derrito! Pero hay de reencuentros a idem. Dios los bendiga ésta noche, pues de no ser por ellos no habríamos presenciado la conmemoración de los 18 años de LAAAAAA LUUUUUPITAAAAAAAAAA.

¡Sí señor! Estos dioses melódicos se presentaron con su alineación original éste 14 de noviembre en el Teatro Metropólitan ¡Cómo extrañaba el público a Rosita! fue la que con más cariño se ovacionó. Y Lino Nava, que nunca deja de impresionarnos, fue alumbrado por un reflector, quedando en oscuridad el resto del teatro mientras tocaba los primeros y explosivos acordes de “Ja, ja, ja”. Héctor Quijada, por su parte, se adueñó del escenario con unas contorsiones propias del ser que nace con el don del ritmo.

El concierto abrió con un duelo de baterías entre Domene y el más reciente baterista de La Lupe, prestándose respetos mutuamente como si no se merecieran tal honor. Así comenzó el sonido ecléctico que los caracteriza, que va del rock al funk y de regreso, y que los ha consagrado como una de las bandas más importantes de México. No podría enumerar el setlist completo, pero nos dejaron escuchar tan memorables canciones como “Me cae”, “Funkito”, “Cómo será la mujer”, “Kukulcan”, “Eréndira” Antena”, “El funeral del payaso”, “Hasta morir” y “Hay que pegarle a la mujer”, entre otras.

Nos fuimos de espaldas cuando Rosa cantó “El país de la lujuria”, pero los desmayos no cesaron ahí, continuaron cuando el Abulón de Víctimas del Doctor Cerebro fue invitado al escenario para cantar “Batalla” a dueto con Héctor. Hubo dos momentos conmovedores: cuando tocaron "Llévame", canción listada en el soundtrack de la cinta Km 31 y la dedican a Santa Sabina “por hacer de lo oscuro lo divertido” y cuando Héctor hace un berrinche porque se descomponen las pantallas luminosas (juegos de luz que, mientras funcionaban, hacían las delicias del espectáculo).

Y la diversión no iba ni a la mitad, por supuesto la explosión de endorfinas tuvo mucho que ver con algunas de las últimas canciones, “Supersónico”, la “Paquita disco” y, cómo de que no, “Contrabando y traición”

Una noche inolvidable; los que la presenciamos podremos presumir que sí vivimos cuando estemos en nuestro lecho de muerte, ¡Viva la Lupe, Olé, olé, olé, olé, Lupe, Lupe!

P.D. Un abrazo cariñoso a mi concertmate cuya llanta vehicular didn’t make it y sucumbió en los alrededores de la madrugada posterior. Las peripecias propias del hang out nocturno ¿Qué le vamos a hacer?