
No he querido dejar pasar este aniversario tan importante con la esperanza de que alguien más lo recuerde tan nítidamente como yo. El pasado 19 de noviembre perdimos a Anabel Ochoa, Sexóloga: pero también amiga, escuchadora profesional, cuya actuación tanto en la vida cotidiana como en la acción profesional estuvo siempre regida por una ética impecable. Escucharla nos hacía cada día ser un poco menos hipócritas, más conscientes.
Esta noche le rindo homenaje porque, hasta donde recuerdo, es la única persona dentro de los medios de comunicación que me ha hecho reflexionar verdaderamente, así como ampliar mis parámetros de justicia. Anabel siempre estaba convencida de lo que decía, los pocos errores que tenía, los corregía humildemente; siempre pugnó porque tuviéramos una vida abierta, que no nos sometiéramos a las imposiciones sociales, y que no permitiéramos que la vida se nos dañara a causa del abuso.
Es la única locutora a la que escuché tratar a los homosexuales como verdaderos iguales, no sólo de dientes para afuera, gracias a ella sé la diferencia entre trasvesti y transgénero. Verdadera feminista, hizo trizas el ardid generalizado de que el feminismo es el equivalente del machismo. Cuantas veces corrigió a las radioescuchas que no querían llamarse feministas por pudor, o porque no querían ser radicales diciendo que todos debemos ser feministas, porque ello no conlleva un afán de sometimiento contra el otro, sino una demanda de equidad humana, lo cual es perfectamente justo.
Su buen humor, su felicidad para ver la vida como algo que hay que gastar tremendamente, al final nos hizo dudar si debíamos llorarla, o mejor reírla… debo decir, que a pesar de ello, no pude evitar compartir unas cuantas lágrimas, pensar que aún no era tiempo de que partiera. Un poco egoísta, pensé en todo lo que me faltaba por aprender. Ahora que ha pasado un año, veo que aquello no tenía fundamento; pues con ella aprendí lo más sustancial: seguirme formando diariamente, sin tregua, como un ser humano solidario, crítico y ético. Ahora sólo me queda ésta nostalgia y el cariño, porque en verdad la extraño mucho.
Un gran aplauso a una vida más corta de lo convencional, pero también más fructífera.
Fotografía tomada de www.cnnexpansion.com
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