miércoles, 2 de noviembre de 2011

Solidaridad con Ciudad Juárez. Sí a la paz. Denuncia.

Reprimen
cualquier
cosa
que
se
solidariza
con
la
paz.
No les gusta la paz.
Y
te
quitan
la
cámara
porque
saben
que
están solos.

jueves, 20 de octubre de 2011

Literalia: "Los detectives salvajes" de Roberto Bolaño. Estudio de Fricción.

Ni siquiera me atrevo a recomendarlo. Este es un libro maldito, esquivo, sensible e insolente, por momentos parece estar escrito sin un reflejo de auditorio. Su intensidad esquiva recae en una historia huérfana, sin narrador válido; sus narradores llueven desde las secciones más opuestas de la vivencia humana para crear una exasperante impotencia en el lector, quien no podrá asir el hilo central de la novela.
Sin embargo ésta es su magia, Bolaño creó con gran inteligencia la historia de una verdad absoluta, que es material porque está vivida, pero como toda verdad absoluta, es tan inefable, que se convierte en un espejismo. Esta contradicción irónica tiene cabida en un mundo donde cada personaje, -mil personajes- cuenta su perspectiva torcida sobre su generación, a manera de que no haya mentira, sólo un cúmulo de versiones posibles que no se pueden armar, porque el rompecabezas de la vida carece de contornos, pero que al conjuntarse, resumen lo que fue durante varias décadas, una realidad.
Cuando leí el final, reflexioné sobre esta sensación que me dijo, “no has entendido este libro”, no lograba responderme por qué, después de tanta atención, era incapaz de encontrar un pegamento que explicara las distorsiones de la historia. Entonces me asaltó el recuerdo de otro libro igual de enigmático: Farabeuf, de Salvador Elizondo, un libro opuesto a Los detectives salvajes en extensión, pero identificado con éste por la necesidad de narrar una verdad. Esta novela fue subtitulada por la editorial, y a pesar de Elizondo, Crónica de un instante, y aunque el autor lo sufrió, me parece un acierto para el tema que nos concierne; en ella, la obsesión por la verdad trataba de reducirse a un momento fugaz, pero definitivo, azotado por demonios sensoriales, supurante de una lava emocional, lenta y corrosiva, tan implosivo aquel instante, que era capaz de explicarlo todo. Era una fracción verdadera de la realidad.
Pues bien, Los detectives salvajes es la crónica del colectivo los "Real Viceralistas", pero no específicamente, sino como ejemplo de la coincidencia aleatoria que universalmente nos hace víctimas de la socialización. Habla de todo lo que nos pone en movimiento: la creatividad, el carácter, las condiciones impuestas. Sobre todo la inspiración, ese momento de inflexión que curva las elecciones y nos divide. Todo esto, sumado a la marea de narradores, intenta describir una fracción verdadera de la vida.
Podría decir que habla de la vida de Ulises Lima y Arturo Belano, o la búsqueda de Cesárea Tinajero, o el grupo literario de los "Real Viceralistas", que alude metafóricamente a cualquier corriente literaria surgida en el siglo XX, pero creo que estaría reduciendo un libro en extremo simbólico a su instrumento.
En lugar de esto, diré que el libro se obsesiona con la verdad, no porque crea en los absolutos o quiera ser definitivo, sino porque quiere fotografiar el fantasma del miedo. Todas sus facetas, esos motivos incomprensibles que hacen que los seres se replieguen sin razón aparente. Finalmente comprendí que es un libro sobre La Despedida; ese evento amordazado por el duelo. Interminable o fugaz, pero doloroso. Despedida no como distanciamiento mutuo, sino como un instante de comprensión individual y propia, Despedida como el instinto social de reiterar la soledad y Adiós como el ente multifacético que resume la realidad; es un libro que se opone al paradigma clásico de que la vida tiene altibajos y de la búsqueda de la felicidad, su premisa es que Se Es, a pesar de todo lo primordial.

martes, 20 de septiembre de 2011

Puntos suspensivos 2

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Y la improcedente circunstancia de deletrear las analogías del miedo, 
de desplazarlas una a una, 
como si fueran capaces de dispersar el terremoto de la nada. 
Las defensas tránsfugas de la duda.



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lunes, 19 de septiembre de 2011

Puntos suspensivos

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Una complicidad macabra entre el olvido y la memoria, 
y la anegada constancia de la derrota.
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miércoles, 24 de agosto de 2011

Instructivo para crear la ansiedad perfecta…

Exposición de Motivos. Considerando que nuestro pequeño mundo posmoderno se ha convertido en la nueva nicotina; que, defendiéndolo a capa y espada, hemos decido afectarnos, traumarnos y obsesionarnos con cada nimio e insustancial incidente; que la pereza de modificar las cosas que nos molestan es la nueva prioridad: Traemos ante usted el MANUAL DE LA DISPERSIÓN, edición especial: Cómo hacer del ser una verdadera e intolerable levedad, no chingaderas…
Comencemos por plantear el escenario básico de lo que es su vida como mexicano hasta ahora.
Se siente solo, abandonado por sus seres queridos; sus amigos tienen más amigos y esto le conflictúa;__________ su planta ha muerto y se niega rotundamente a aceptar su responsabilidad.__________ Ha visto un perro flaco en la calle y no hizo nada al respecto, pero piensa en él.__________ Ha estado a punto de atropellar un ciclista y esto le indigna, porque su espacio como automovilista está siendo invadido;__________ no sabe cómo repartir los dos litros de agua que debe consumir diariamente.__________ Le preocupa la política de México porque las marchas lo hacen llegar tarde al trabajo.__________
Si ha respondido positivamente a estas sentencias es usted un orgulloso merecedor de la etiqueta EGOÍSTA ANSIOSO DE BAJA CALIDAD HUMANA. Felicidades, no está usted solo. Si no se identifica, pero nunca ha ayudado a un perro, puede entrar en la descripción perfectamente, no se preocupe.
Ahora, consideremos un momento la posibilidad de un cambio hacia la solidaridad; Listo, nos rehusamos.
Paso siguiente: Abracemos con amor y pasividad nuestro egoísmo, como si fuera la sustancia misma que nutre nuestra calidad de vida; consideremos que a partir de hoy podemos llevar una existencia de interés propio y autosuficiente, pero para ello debemos desprendernos de esa necesidad que opaca nuestra alegría: la necesidad de que cualquier otro ser humano sea empático con nosotros, desde las más mínimas categorías hasta las mayores, es decir, no esperemos que se nos ame por lo que somos, sino por lo que poseemos, y no esperemos que un defensor de derechos humanos nos haga el paro cuando suframos una intransigencia. ¿Porqué? ¡ES MUY FÁCIL! :D Porque hay algo que usted ha olvidado a fuerza de pensar tanto en sí mismo. Que la sociedad es un acuerdo civil, ha sido construida para que la convivencia no sea rapaz, indiferente o abusiva; sin embargo usted no está de acuerdo, usted se prefiere a sí mismo, pero está obligado a vivir dentro de ella, porque algún día quiere comprar una casa en Polanco.
Por eso le ofrecemos esta metodología sencilla para sobrellevar los disgustos que la vida en sociedad puede ocasionarle. Llamémosle el método del “espejito, todo lo que me digas será al revés”. Si yo no aporto, no espero que me den, si yo soy ambiguo, no espero que los demás sean congruentes, y así sucesivamente. Sea usted un incivil mejorado, pero moderado.
En conclusión, las ansiedades que le quitan el sueño constantemente… seguirán ahí, porque usted rehúsa a considerar la posibilidad de un cambio.
Pero ¡Felicidades! ahora la ansiedad será perfecta y, cada vez que se pregunte ¿porqué me siento así? Puede volver a identificarse con todo lo anterior y obtener una respuesta. Y, si nos permite añadir, Sí, todo es su culpa, TODO, la pobreza, el abuso de autoridad, las gentes que no le dejan bajar del metro etc., todo es su culpa. Pero no se intimide, también es culpa de los demás, porque esto, grandísimo inconsciente, es una sociedad.

lunes, 18 de julio de 2011

No nos gustan las fronteras.

 
No nos gustan las fronteras, son una línea imaginada para convencernos de que existe una diferencia que nos opone, una diferencia negativa, cuyos ingredientes son el miedo y el poder. Son muros simbólicos erigidos en la identidad, que se sientan estáticos, siempre en la misma locación, pretendiendo ser eternos. Todas argumentativas, las fronteras son un pretexto legal para imponer castigos contra la confluencia.
            El efecto de las fronteras es instruir a las mentalidades con unas cuantas lecciones muy sencillas: que la libertad es menos simbólica que ellas mismas y, por ende, menos poderosa; que hay dos clases de personas, las que rechazan con derecho, por ser “más civilizadas”, y las rechazadas, que deben aprender a “civilizarse” antes de ingresar a círculos más amplios. Nos enseñan que para convivir en paz, debemos, con un deber categórico e inexpugnable, respetar el derecho ajeno al rechazo.
            Las fronteras no existen entre los países, están sembradas en la intimidad de cada mundo (nuestra cabeza), y se alimentan de contextos no cuestionados; su poder crece cuando asumimos que es un peligro ser influenciados por culturas desconocidas, miedo al fantasma de la convivencia, miedo al despojo de preciadas posesiones, que a ese costo, valen lo que vale un prejuicio.
            Lo irónico de las fronteras es que fueron creadas a partir de los conceptos más abyectos de beligerancia e intolerancia, con el objeto de defender el trabajo, la vida y el conocimiento, la mera sustancia que hace de la humanidad un baluarte por el cual existir.
            La frontera es un espejo neutro que, en cada mentalidad, es capaz de reflejar el catálogo ético de los individuos; la posibilidad personal de reflexionar sobre el “otro” y, mutilarlo o integrarlo. Las fronteras son una lástima porque, tal como existen ahora, son cancerberos asesinos, que se inclinaron por la mutilación desde hace mucho tiempo.
             Por eso, no nos gustan las fronteras.


Texto dedicado (¿o delicado?) a Carla Moras, ella sabe por qué...

viernes, 1 de julio de 2011

Ya, ya, ya.

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Vámonos lejos, donde las plumas vuelen lentas, entintadas de acero.





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viernes, 22 de abril de 2011

Todos somos sangre.

¿Por qué jugamos con armas? No es gracioso. Y no es irónico, siempre ha habido guerra; la muerte no es abstracta.
Nacemos criaturas en ríos de sangre, y no tenemos miedo. Míranos, poblando el desierto con juguetes.
México se asfixia en este circo y sólo acertamos a extender nuestro talento para el silencio.
¿No escuchas a la masacre cabalgar de día? ¿No te duele este espejo fragmentado? Porque aquí, en la Ciudad de los Palacios, el eco es mortal…







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miércoles, 23 de marzo de 2011

Albedrío

Fuimos expulsados del Paraíso para poder pensar con libertad. La inocencia fue el precio. La razón nuestra elección.

Amo la Palabra porque mi ser vive en ella. Soy cautiva de la razón... ella me dota de existencia. No soy ya. No podemos simplemente ser...



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miércoles, 16 de marzo de 2011

Manual de la dispersión: Una constelación de palabras.

Tengo una constelación de palabras, todas arrebatadas e impulsadas al abismo, cayendo una por una en las páginas que fundaron los árboles. Es una taza de poesía parafraseada que no se sabe decantar.

Mis palabras son todas descriptivas, todas analistas. Mirando el mundo hacia adentro, sofocadas, incapaces… Ansiosas, colisionan contra un muro de incertidumbre que tergiversa su sentido. Luego renacen confundidas, como sobrevivientes de una catástrofe. Tristes, como mi casa, son una agónica fractal.

Como en todo proceso neurótico, me acosa la certeza de que están perdidas, allá atrás de cada célula, vulnerables, solitas, víctimas probables de otro escritor, o peor aun ¡de otro fracaso! Me preocupan tanto que pierdo el sueño; ésta leche tibia no es capaz de estabilizarlas, protestan tan fuerte que parece que hay un reguero de lumbre dentro de mi cabeza.

¡Ay mis palabras!, sonoras, pedantes, invocan un delirio imponente que no me deja descansar. Las escucho atrancar la puerta, huir nerviosamente, como si les fuera la vida en ello, todas sindicalizadas, conspirando inermes, pero salvajes como una jungla. Una jungla de palabras distantes, inmateriales y estúpidas. No las puedo someter, se escurren entre las preposiciones y los subtextos, juro que escucho un manantial de infertilidad lejano y consistente, goteando mis palabritas inocentes.

¡Irreverentes, insumisas! Ahí, encriptadas, todas grandilocuentes penetran mis cuadernos, presumiendo su virginidad como sacerdotisas de Vesta…

Sublimes.

Ajenas.

Inasequibles.

In-compuestas. Mis palabras.

jueves, 3 de marzo de 2011

Manual de la dispersión: La red de los motivos.

En el momento en que toda la inspiración está prohibida y las lenguas se amotinan, el ruido se yergue sobre la ciudad. Se ignora el pasado y el volátil presente se desmembra lentamente, a su ritmo-espacio-cansado.

El mundo se asienta en los colores primarios y se engaña con ternura manifiesta, mientras la gente pasa contraída tras los muros; es la familiar experiencia de lo ajeno, que es indescriptible. Belleza y tortura que conviven en la misma pieza que es esta vida metahumana.

Ante tales silencios creamos, distendemos los horarios para poder sentir, teñimos de anilina las fantasías huecas que presumimos nuestras: Estar bien, Estar. Donar la creencia al paradigma para que exista un templo de virtud en el llano asiento del mutismo.

Porque es la nada invasiva la que confiesa lo verdadero, es el límite de los parajes conocidos, es el viento y el momento. Es concreta y natural. Este es el terror que nos hereda, la carencia de significado. Nos orienta a encontrar todas las respuestas dentro de todas las preguntas que formulamos en todos los ceniceros.

Llagas purulentas es lo absurdo: que aquí no hay nada más que espacio para crear, y lo que creamos nos hace dioses de lo intrascendente.

Mi vida creada y la tuya desertan de lo fecundo para adscribirse al notorio cambio permanente, paradoja con ínfulas de legado ante carcajadas reticentes. Y para poner al pesimismo en shock, un par de perlas de inmanencia: que porque nada es útil y, precisamente para ello, la vida solicita nuestro deteriorado afán por vivir.