Había una vez una prosa espesa, diametral, que tras un tiempo incierto, se derramó por un intersticio solar. Un silencio cadencioso succionó el temor a las palabras y el humo, sádico e irritante, tensó el aire que podía contenerlo. Una prosa muerta, desangrada y evaporada, un abismo de preguntas informuladas. Aquella prosa suicida, renuente dentro de un cerebro pausado, trató de denunciar a los adioses, a las indiferencias, el paso del tiempo y sus traiciones. Ante sus quejas sin plantear no hubo, naturalmente, reacciones, sólo hubo prosas hipócritas desde el tenaz circo de la soledad.
lunes, 15 de noviembre de 2010
lunes, 4 de octubre de 2010
What a wonderful world!: Despacio, al abismo.
Yo quiero saltar al abismo. Nunca estamos tan solos para morir en el intento. A veces hay golpes, fracturas, dolores. Pero la vida es intensiva. Vivo con miedo. No me detiene. Y erro y lloro. También río, soy muy libre. Me recuerdo el viento; las brisas suaves que hacen sentir los vellos, y el agua cuando pierde la tensión superficial.
Provengo de la vida, la prometo. Escucho el susurro del pasto en la ciudad y espero que los autos se detengan cuando cruzo. Todo tiene un sabor bien propio; espero con calma que la bestialidad se apodere de todo y cambiemos. Y que todo parezca inerte es hipocresía pura, que todo, todo, absolutamente todo lo sentimos.
¿Qué es este miedo a los colores, a los huracanes? Es nada. Son los fantasmas que están construidos para intimidar, para que transite el tiempo solo, a través de nosotros.
Yo no quiero retraerme. Quiero saltar al abismo; las mejores intuiciones son las que se persiguen en la oscuridad. ¿Miedo al vacío? El vacío no existe más que en el miedo. No puedo más que amar la vida, cínica y juguetona. Nos devasta, nos mastica para después evadirnos. Y nos abandona. Pero somos. Y mientras tanto.
Yo quiero saltar al abismo donde duele mucho, donde se puede sentir perpetuamente. Yo quiero sentir, admito sentir, por que todo se marcha y todo se acaba, pero también todo lo que me rodea me toca, y es mío. No me detienen el dolor, ni los desencuentros, me permito sentir la sangre porque sólo así soy libre.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
Convocando a la justicia: El Plagio del Bicentenario.
De modo que ganó la derecha. Nos quedamos en nuestras casas porque a los festejos del Bicentenario solamente entrará una moderada cantidad de gente, previamente cateada incontables veces en los retenes policiacos (¿militares?).
No nos quedamos sólo por la posibilidad de un oportuno atentado; también por la exclusión. La fiesta conmemorativa que hasta hace sólo un año era una congregación popular, ha sido transformada en un show dirigido al público internacional. La celebración es usurpada por el ridículo sello del Gobierno Federal y detentada por las cadenas televisivas. No la están organizando, se la están atribuyendo. Los demás no somos bienvenidos. No es para nosotros... lo que es para nosotros está en la tele.
Pasa hoy mismo, que estamos inmersos en tanta muerte sin tregua. Creen que con su teatro y variedades se nos olvida que están jugando con la vida de las personas, que olvidamos su indiferencia, su alevosía. Pero les tenemos malas noticias: nunca habíamos estado tan conscientes de sus manipulaciones (será que las hacen muy mal).
Esa parafernalia ofertada por jóvenes artistas en el desfile alegórico es muy bella, y muy bien construida, no hay razón para desvirtuarla; pero no está hecha para celebrar, sino para distraer. Es lamentable que el gran nuevo talento mexicano sea titiriteado con la más hipócrita de las intenciones.
Considero que sí hay mucho Bicentenario que celebrar, no me explico a mí misma o a la gente que me rodea sin nuestro pasado. Nos construye. Pero no somos mexicanos por una historia estática y perenne encarnada por el cura Hidalgo; somos mexicanos porque nuestro imaginario, personalidad y expectativas están cimentados por los procesos que han trascendido hasta aquí. Somos reflejo de la vida que nos precede.
Sin embargo tendremos que celebrar en otros espacios, porque éste particular momento fue sustituido por un pésimo intento de publicidad. Propongo celebrar la historia de nuestro país desde la crítica y la ética, sin pesimismo, con un poco de ironía, pero con los pies en la tierra. Feliz cumpleaños, Patria.
miércoles, 9 de junio de 2010
Manual de la dispersión: El homólogo del Tacto.
Fatiga de la superficie, búsqueda incansable de profundidad. Insoportable sistema de repeticiones dentro del cual todo desconcierta; a veces, cuando no hay amor ni odio. Tedio.
Nunca encuentros, las experiencias se desvanecen, trascienden nuestros límites, como si fueramos tan así… herméticos. No querer ser estar. Aves migrantes. Horizontes.
Y la lealtad siempre estéril, tan mía sin mí. Invisible. Irrelevante. Nunca estar solos. Sólo para herir. Pasar por ti, por él, por mí. Nada embona perfecto, gotea tranquilamente, violenta la posible compañía.
Y si yo no estaba, ni tú, ni ella, fluidos. Sonido diperso lanzado al abismo: Soledad. Contacto. Atesoradas simpatías efímeras que disienten, que no había. No mucho dolor: decepción. Desilusión, impaciencia de la cáustica sombra del desapego.
What a wonderful world!: La travesía del ferry 2

Y partió la noche, descendimos en La Paz… Balandra. Hoy cerrada por cuestiones ecológicas, porque el ser humano también consume la belleza.
Para nombrar a una hija, o al amor de la vida, o ese instante: Balandra. Azul como algunos ojos. Líquida como mujer. Áspera como el amor. Extensa como la esperanza. Quieta como el color. Una vez más: Balandra. Pienso que la Luna de mar abierto posada sobre Balandra debió ser una muerte súbita, voluntaria, ¿qué más se hubiera mirado jamás?
Todos los poetas nacieron en Balandra, como Afrodita nació en la espuma del mar. Pude morir ahí mismo. Viví, fue más clásico. No todos los días se puede caminar sobre el agua en completa irreverencia hacia cierto pasaje bíblico, todo a través de un kilómetro de sensualidad absoluta y serena.
Posterior a la concreta prohibición de paso, restará la única ola tempestuosa de Balandra: la envidia de una vivencia.
Fotografía tomada de: http://www.amejicoconaviamex.es/aviamex_imagenes_mexico.html
lunes, 31 de mayo de 2010
What a wonderful world!: El mantenimiento de la amistad
Tal vez es relativo a ser condicionadamente humanos. De pronto la vida nos embiste con fuerzas huracanadas; de pronto la lógica no es suficiente y todo lo que razonamos se torna cuestionable. Aunado a ello, el mundo, saturado de contradicciones como siempre, como debe, impone condiciones que no son proporcionales a nuestras expectativas.
Y éste es el juego; saber esquivar, saber transar, competir y ceder. Aprender a hacerlo nos da recompensas eternas. La dignidad y los valores no se ponen en riesgo si lo hacemos apropiadamente.
Me dirijo a la siguiente cuestión: todo es absolutamente difícil… sanar… construir, cimentar sólidamente. Y los traspiés son infinitos. Es difícil porque a veces los errores no son trascendentales, pero mal encarados pueden ser determinantes. El punto nodal está en saber más de lo que a veces creemos saber: perdonar, comprender, hacer bien por ti y por mí.
Y he aquí un aforismo: “la derrota la determina uno mismo, no habrá para ella más condición que la que aquel le imponga” y deseo con ansias que todos concluyamos ésta vida ganándola.
Dedico esta reflexión a la amistad verdadera; verdadera porque tal vez no es perfecta, tal vez esté plagada por momentos de conflicto, de incomprensión, pero lo que la hace real es el compromiso y las ganas; luchar por ella porque tiene movimiento, amor, sustancia. Le aplaudo porque, teniéndola, somos capaces de depredarla, pero con disposición y un poco de coraje, podemos domesticarla juntos. Me aplaudo a mí (no siempre) por haber tenido esos elementos para aceptar mis errores. Te agradezco a ti por saber perdonarlos, y querer, pues por lo poco que sé de ti, eso no siempre te parece el camino.
miércoles, 31 de marzo de 2010
Ya
Manual de la dispersión
Aunque es maravilloso ser lacónicamente evocativo, podemos perdernos en los abismos del “qué será” como se perdió el Funes de Borges en el recuerdo. No es para temer por la salud mental, por supuesto, pero mantener por lo menos un pie en la tierra, como lo hizo hasta entonces Regina Spektor, es fundamental para disfrutar plenamente de los acontecimientos. De otro modo, tal vez seamos tan peregrinos de intercambiar las cosas que nos maravillaron por otras que sentimos que nos maravillan aún más: Si bien, comiendo con la derecha se siente uno más satisfecho, es posible que la distancia entre el cerebro y el tracto digestivo se torne más sinuosa en el proceso final que, simbólicamente y sólo por ahora llamaremos regurgitación.
Es por ello que, a pesar de encontrar atracciones en los lugares más hipotéticos y menos vivibles (por no decir reales debido a que los soñadores se opondrían), es mejor integrar a nuestra vida todo lo que nos llegue a directamente de los desagües sociales, predisponiéndonos a pepenar las maravillas humanas que en la suciedad estén revueltas, tales como la amistad incondicional, el amor eterno y todas esas cursilerías tan importantes que ensalzamos en pedestales ambiguos de sátira y trascendentalismo.
jueves, 18 de marzo de 2010
Pepenadas. El terror de las babosadas
El martes por la tarde, Denise Maerker dijo en su programa que hay informes sobre colonias enteras donde todas las familias trabajaban para Luz y Fuerza [ergo, se sabe de comunidades enteras que hoy están desempleadas]. Acto seguido, criticó severamente las declaraciones del dirigente del sindicato donde asegura que respaldará toda manifestación violenta o pacífica que sus adeptos lleven a cabo.
Es razonable oponerse a la violencia. Sin embargo estoy segura de que si toda la familia de Denise estuviera desamparada, ella también se iría a la guerra. Hay maneras de plantear los escenarios.
Apoyo total al SME
What a wonderful world. La travesía del ferry1
Nos dirigimos a Mazatlán entrando directamente en su caluroso diciembre. La ruta era infinita, llena de sorpresas; iríamos a La Paz y Los Cabos, tal vez después Nayarit, con sus abstractos huicholes. Se levantó un peso de mi pecho cuando descubrí que no sufro mareos en los barcos y pude eliminar de la lista el penúltimo medio de transporte que me faltaba por utilizar (aún resta el tren).
La novedad del Ferry era apabullante y sí, por supuesto que tuve la oportunidad de levantarme a un marinero, pero los militares de cualquier raza sí que los discrimino. Vivimos un día a través de puertas pequeñas que parecían de submarino, dormimos en un camarote con pequeñas literas dispuestas a cada lado, donde una reminiscencia de guerra en un susto se evocaba; salimos a cubierta… por fin puedo usar esa jerga oceánica que en la ciudad es tan ridícula.
Espectacular fue cuando tierra ya no a la vista y nos rodeamos de sal y agua, azul aguamarina. Pero la noche más nocturna de mi vida estaba por llegar. No me perdí el placer de escribir y leer un poco en los pasillos laterales del barco.